Maratón, el hechizo de una carrera que cumple 2.500 años
La batalla entre griegos y persas y la carrera a la que dio nombre siguen siendo motivo de inspiración artística dos milenios y medio después
Maratón es una prueba atlética de resistencia, con categoría olímpica, que consiste en correr 42.195 metros. Su origen se encuentra en la hazaña del soldado griego Filípides, quien en el año 490 a.C. murió de fatiga tras haber recorrido 40 kilómetros de Maratón aAtenas para anunciar la victoria sobre el ejército persa. Se cumplen ahora, pues, 2.500 años de esa gesta, la batalla de Maratón, y sigue siendo motivo de inspiración para el mundo de las artes y las letras.
Todo maratoniano aspira a correr un día el de Atenas, el primero de todos los maratones, eloriginal, cual Filípides cuando recorrió la mítica distancia. Cuentan que es especial la llegada al impresionante estadio Panathinaikos a pesar de episodios como el de hace unos años, cuando un tranvía atropelló a un keniano durante el recorrido ateniense.
Esta distancia, pero al revés (de Atenas a Maratón) la hizo en solitario el escritor japonés Haruki Murakami un año después de empezar a correr, en 1982, tras dejar el local de jazz que regentaba en Tokio y dedicarse a escribir. Desde entonces corre todos los días, durante más o menos una hora, seis días por semana. Su mejor marca está en 3 horas y 40 minutos. Parece que el escritor practica, mientras corre, una de las máximas que menciona en su libro: "El dolor es inevitable, el sufrimiento es una opción". Existe una fascinación casi fetichista alrededor del fenómeno del maratón de Atenas. Libros, documentales y testimonios personales de personajes de la cultura toman esa efemérides como fuente de inspiración. También películas como La batalla de Maratón (1959), filme dirigido por Jacques Tourneur que rememoraba la hazaña. El fondista y escritor Abel Antón, atleta soriano que consiguió el oro del maratón del Mundial de atletismo de Atenas en 1997, declaraba: "Me identificaba con Carros de fuego en los minutos previos a la carrera".
Pero es Haruki Murakami quien describe como nadie las sensaciones de la prueba en De qué hablo cuando hablo de correr (Tusquets). El calor sofocante ("hasta los perros se quedan tumbados a la sombra sin mover ni un músculo"), el cansancio ("alguien te advierte: es mejor que no cometas esa estupidez"), el sueño de una cerveza fría ("nada más bello que las fantasías que alberga quien ha perdido la cordura"), el sudor y la sal en el cuerpo al superar el kilómetro 35 ("ya estoy harto"), la llegada casi extenuado ("las piernas no me responden") y, a pesar de todo... las ganas de volver: "Poco después de dejar de correr, todo lo que he sufrido y todo lo miserable que me he sentido se me olvidan, y ya vuelvo a estar decidido a hacerlo mejor la próxima vez".
La fascinación alcanza a todo tipo de profesionales. Arcadi Alibés, periodista y maratoniano corrió el de Atenas el año 2004 ("lo hice coincidir con mi maratón número 50 por el simbolismo que comporta; el recorrido en Atenas es muy poco atractivo, pero todo maratoniano debe hacerlo una vez en la vida"). Reconoce que existen maratones especialmente "turísticos" y que el de Atenas, como el de Nueva York, es uno de ellos. De hecho, el fenómeno maratoniano mundial va muy unido al turismo y cada vez hay más gente que aprovecha los maratones para hacer vacaciones o conocer lugares especiales. "Yo mismo he recorrido maratones en la Antártida, el Sáhara, Honolulu, la isla de Pascua, Niágara...". El maratoniano popular, afirma Alibés, debe tener muy claro que esto es un hobby. "No debe obsesionarse por la marca, tiene que dar prioridad a aspectos lúdicos del viaje". No es el único. El escritor barcelonés Jordi Bonells lleva desde hace cuatro décadas una experiencia errática entre París, Buenos Aires y Marsella y se confiesa un apasionado del ajedrez y los maratones, preferencias que ha reflejado en obras como La segunda desaparición de Mejorana o Dar la espalda (Alianza), esta última premio Fernando Quiñones de novela.
Para el vicepresidente de la Federació Catalana d'Atletisme, corredor y organizador de maratones, ese efecto mágico existe. Josep María Antentas corrió la edición del 2008, a sus 62 años, en un tiempo de 3 horas y 35 minutos. "Cuando era joven hacía el maratón en 2 horas y 25", dice. Recuerda bastante buena organización alrededor del camino original que dicen realizó Filípides, por tierra y montaña, ahora hará 2.500 años. "Los primeros cinco kilómetros son llanos, dando una vuelta al monolito en recuerdo del soldado griego, para ir subiendo paulatinamente hasta el kilómetro 30 aproximadamente, en un recorrido muchas veces paralelo al mar. Se entra en Atenas por algunas grandes avenidas y se finaliza en el estadio de mármol (Kallimarmaro), donde tuvieron lugar los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna".
Reconoce Antentas que, efectivamente, existen tres grupos de seguidores: "Los corredores de élite, profesionales; los que sin serlo se entrenan casi con la misma dedicación, y, en tercer lugar, los que aprovechan para practicar su deporte preferido a la vez que hacen turismo. Aunque tampoco lo calificaría de peregrinación, ya tenemos el camino de Santiago". La buena literatura que se inspira en el atletismo de fondo se amplía con la aparición, el próximo otoño, de la novela Correr, del escritor francés Jean Echenoz. Correr versa sobre la vida del gran atleta checoslovaco Emile Zatopek, capaz no sólo de ganar el maratón olímpico de Helsinki en 1952, sino de hacerlo sólo días después de imponerse en los 5.000 y los 10.000 metros.
Al término de la aventura algunos coinciden con Murakami cuando sugiere el epitafio que le gustaría: "Al menos aguantó sin caminar hasta el final".
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