jueves, 19 de junio de 2008

Archivo Nro 9: Discurso Presidencial del 18 de Junio de 2008

Discurso completo de la Presidenta de la Nación, en Plaza de Mayo.CRISTINA FERNÁNDEZ EN LA PLAZA DE LOS SUEÑOS Y DEL AMOR Gracias, muchas gracias a todos por estar hoy aquí, en esta Plaza de Mayo, la plaza de todos los argentinos. Muchos de ustedes me conocen antes de ser Presidenta de la República Argentina, me conocieron como senadora, defendiendo la soberanía nacional de nuestros hielos continentales; me conocieron también los ex combatientes de Malvinas, cuando los acompañé en el Senado en sus luchas para lograr la ley que reconociera sus derechos; me vieron también los argentinos sentada en mi banca de diputada, junto a ese gran socialista, que fue Alfredo Bravo, reclamando la anulación de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final; me vieron los trabajadores y sus dirigentes sindicales negarme a votar, allá en el 98', la Ley de Flexibilización Laboral y más tarde la Ley de la desvergüenza y de la Banelco; me han visto en muchas batallas, dadas con la convicción, con la pasión de mis ideas, que sé son también las de millones de argentinos. Sabía que como Presidenta de la República iba a tener que dar alguna otra gran batalla, lo supe cuando me comprometí, ante todos ustedes, a profundizar la transformación y el cambio, que ese hombre que está aquí junto a mí, mi compañero de toda la vida, comenzó el 25 de mayo del año 2003. (Aplausos). Sabía que la profundización de ese proceso venía por la redistribución del ingreso, porque si bien millones de argentinos han vuelto a recuperar el trabajo, productores y empresarios su rentabilidad, comerciantes pudieron volver a abrir sus negocios, profesionales volver a trabajar, jóvenes volver a tener esperanzas, sabía que todavía falta mucho y siempre va a faltar. Por eso, cuando tomé decisiones para redistribuir el ingreso no lo hice - se los juro - para perjudicar a nadie, al contrario, no fueron contra nadie, fueron para que todos los argentinos pudiéramos vivir un poco mejor; para que los alimentos, que mencioné en mi discurso de asunción, el 10 de diciembre, como uno de los problemas fundamentales que íbamos a tener en el mundo, junto a la energía, llegaran a todos. Tal vez algunos creyeron que era sólo un discurso de ocasión, pero aquí está, no solamente en la Argentina, en el mundo, el problema de alimentos cada vez más caros y de una energía cada vez más cara. Yo sueño - y ese fue mi compromiso al tomar las decisiones - de vivir un Bicentenario diferente al Centenario que vivió este país hace casi 100 años. Hace 100 años este país era el principal productor de carne y trigo, exportaba todo, sin embargo los argentinos se morían de hambre y los obreros eran apaleados y fusilados. (Aplausos). La Argentina del Centenario vivió sus primeros cien años con estado de sitio por la violencia que la miseria, el hambre y el dolor habían desatado entre todos los argentinos. Yo sueño con un Bicentenario diferente, con las industrias trabajando, agregando valor a sus productos para seguir sosteniendo el salario y más trabajo para los argentinos; sueño con un campo que cada vez produzca más materias primas pero que les agregue valor aquí, en nuestro país, para dar más trabajo todavía. (Aplausos). Esos son mis sueños, pero los sueños necesitan también de decisiones y del coraje necesario para tomar esas decisiones. Cuando vine aquí el 1º de abril, a hablar con todos ustedes, yo creía que realmente estaba ante la batalla por la redistribución del ingreso porque, tal vez, quienes tenían que resignar una pequeña parte de su renta extraordinaria disputaban y discutían; creía - les juro sinceramente - que estaba ante esa batalla, la de la redistribución del ingreso, la de la lucha de los intereses naturales en toda democracia donde hay conflicto social. Pero luego, cuando comenzaron a pasar los días y yo veía que desde un sector de la sociedad, desde una corporación, cuatro personas a las que nadie votó, a las que nadie eligió, se reunían, deliberaban, decidían y comunicaban al resto de los argentinos quién podía andar por las rutas del país y quién no, me di cuenta que estaba ante otra situación muy diferente. (Aplausos). ¿Por qué? Sin insultos ni agravios, el pueblo no insulta ni agravia. Me di cuenta, entonces, que estaba ante otro escenario, ante otro cuestionamiento, ya no era retenciones sí o retenciones no, ya no eran intereses, se estaba socavando, se estaba interfiriendo en la misma construcción democrática, esa que nos dice que son los representantes del pueblo, elegidos en elecciones libres, democráticas y sin proscripciones, los que deciden, deliberan y ejecutan. (Aplausos) Esa es la Argentina democrática, la de la Constitución, la de las instituciones, la de los poderes del Estado, legal y constitucionalmente establecidos. Pero cuando además empecé a ver a algunos que parecían colarse entre esos reclamos, y que ya no cuestionaban ni las retenciones ni nada, simplemente nos insultaban por haber reinstalado la vigencia de los derechos humanos en la Argentina, el escenario fue completo y total. (Aplausos) Yo creo sinceramente que eran colados que siempre tratan de acercarse cuando hay conflictividad, para ver si pueden dar marcha atrás y volver a la impunidad, no se dan cuenta que es la historia y el pueblo el que decidió derribar el muro de la impunidad. Pero quiero creer sinceramente que tal vez esas cuatro personas, llevadas por la propia dinámica de los hechos, por la propia dinámica de las corporaciones que muchas veces no pueden ver más allá de sus propios intereses sectoriales, no se dieron cuenta de lo que estaban haciendo. Yo quiero en nombre de la vigencia democrática, en nombre de la Constitución, en nombre de las leyes de la República, que adviertan que si la historia primero fue tragedia hoy se repite como comedia, y que ya los argentinos no queremos más comedias, queremos por sobre todas las cosas volver a recuperar responsabilidad institucional y vigencia de la Constitución. Cuando uno ve el mundo que hoy tenemos, cuando un dirigente lo es no solamente porque ocupa un lugar institucional sino porque además puede anticiparse a lo que viene, advierte cuánta razón teníamos en volver a retomar instrumentos básicos de la política económica del Estado como son los derechos de importación y de exportación para apuntalar un proyecto nacional y popular. (Aplausos) Permítanme decirles que estos mismos derechos de exportación que hoy son cuestionados, junto a los derechos de importación, también formaron parte de otra política, la política de los años `90. Allí se bajaron a cero todos los derechos de exportación vinculados con lo agropecuario, se bajaron también a cero los derechos de importación, se nos cayó todo, el campo, la industria. Es entonces hora de que todos los argentinos advirtamos la importancia de estos instrumentos que los grandes países desarrollados utilizan para protegerse y muchas veces utilizaron para perjudicarnos a nosotros, los países emergentes. (Aplausos) Lo sabemos porque lo discutimos en el mundo junto a otras naciones que creen que es necesario recuperar los instrumentos de decisión nacional para construir un país más justo. Estamos ante una gran oportunidad histórica por primera vez, por primera vez ellos necesitan más de nosotros que nosotros de ellos. (Aplausos) Seamos inteligentes, dejemos de mirarnos el ombligo, dejemos de lado esa costumbre de cierta dirigencia argentina que cuando se frustra frente al voto popular se encierra sobre sí misma y no es capaz de mirar o tener una idea mejor, y si no la tiene, tiene que apoyar al que tiene una idea mejor que él. Necesitamos todos los argentinos, todos los sectores de la producción, del trabajo, de la industria, del comercio, aunar esfuerzos para aprovechar esta oportunidad y construir el país que soñamos. Yo empecé muy chica con esas mismas banderas que muchos de ustedes portan con orgullo. Pasaron muchas cosas argentinos, nos dividieron, nos enfrentaron los unos con los otros, civilices y militares, el campo y la industria, y solamente se beneficiaron de esos enfrentamientos muy poquitos. Los que primero cayeron como siempre fueron los pobres, después fueron los trabajadores, después vinieron por la clase media, por esa clase media que muchas veces a partir de prejuicios culturales termina actuando contra sus propios intereses. Los intereses de la clase media son los de los trabajadores, son los de los empresarios comerciantes, son los de los argentinos que tienen sus intereses atados aquí a la tierra, que no pueden girar dólares al exterior, que tienen su casa aquí, sus hijos. Tenemos que aprender a mirar más allá de lo que nos muestran; tenemos que aprender a escuchar más allá de lo que nos recitan; tenemos que comenzar a mirar en base a nuestros propios intereses para dejar de lado los cantos de sirena. Tuvimos demasiados cantos de sirena y nos fue muy mal. Por eso yo quiero desde aquí, desde esta Plaza de Mayo que, como dije ayer, empezó siendo de los peronistas, pero que después de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo es de todos los argentinos (Aplausos) Desde esta Plaza quiero convocar a todos a que discutamos en este acuerdo del Bicentenario cómo podemos mejorar nuestras políticas agropecuarias para producir más, pero también para que los argentinos sigan comiendo bien, es imprescindible garantizar la mesa de los argentinos. También tenemos que saber y decidir los argentinos cómo queremos vivir y convivir. Tenemos que aprender que muchas veces puede haber diálogo, discusión y debate, y ojalá que haya acuerdo, pero también sabemos que dialogar puede ser no estar de acuerdo en algún punto. Tenemos que aprender de una buena vez por todas a procesar democráticamente nuestras diferencias. Tal vez con tanto golpe de Estado, con tanta interrupción institucional que hemos vivido, creemos que todo se arregla con intolerancia, con golpes, con bocinas, cacerolas o corte de ruta. Yo creo sinceramente, argentinos, que así no se arreglan las cosas, al contrario, cada vez se desarreglan más. Siento que nos tenemos que dar la tarea todos, sin excepciones, empezando por quien habla, de contribuir a construir más democracia y más institución. Yo les pido a quienes tal vez, estoy segura, equivocados por la propia dinámica sectorial, equivocaron el rumbo y quisieron mandarnos a todos los argentinos, a decirnos por dónde podíamos pasar y por dónde no, si pasaba combustible, pasaba leche o pasaba pan. Yo creo que estuvieron confundidos. Por eso les pido que en nombre de la democracia, que en nombre de la Constitución, que en nombre de las leyes, liberen las rutas y dejen que los argentinos volvamos a producir y trabajar. (Aplausos) No tengan miedo ni dudas al ejercer su representación sectorial, porque si realmente son representativos seguramente no va a ser necesario que corten ninguna ruta para que no se comercialicen granos o carne. Debemos entonces tenderles la mano y llamarlos a la reflexión, no en nombre del Gobierno, tampoco en nombre de esta plaza, sino en nombre de los millones y millones de argentinos a los que todavía les falta seguridad, paz, pan y trabajo. En nombre de ellos, de los que todavía sufren, los convocamos a este acuerdo del Bicentenario. Quiero decirles y quiero que todos nos vean y nos escuchen, porque esta es una plaza del amor y de los sueños, que no vinimos a agraviar, no vinimos a insultar, simplemente a contar nuestras ideas del país que soñamos y cómo lo queremos hacer. A los que crean que pueden hacerlo mejor que nosotros, y seguramente habrá quien lo pueda hacer mejor que nosotros, los invitamos a que democráticamente se constituyan como partido político y en las próximas elecciones reclamen el voto del pueblo para ejecutar sus políticas y su modelo. (Aplausos) Así se construye calidad institucional, así se construye democracia, así se defiende la Constitución y así se hace honor a la bandera y a la historia de la Patria. Muchas gracias por esta Plaza de todos los argentinos, por la Plaza de los sueños y del amor, del país más justo, más democrático, por la democracia, por las instituciones, por la Constitución. Todos juntos hacia el Bicentenario. Gracias Argentina, gracias a todos.

martes, 17 de junio de 2008

Archivo Nro 8: Discurso de Cristina del 17/06/08


Discurso completo de la presidenta Cristina Fernández en el homenaje a las víctimas del bombardeo a Plaza de Mayo.

CRISTINA A 53 AÑOS DEL ASESINATO EN MASA AL PUEBLO PERONISTA.

Gracias, muchas gracias, buenas tardes a todos y a todas, estamos todos emocionados.

En este día en el que estamos conmemorando el 53 aniversario de los bombardeos a la Plaza de Mayo, inauguramos una maravillosa estatua, más que estatua es un monumento, que hoy está aquí, en la plaza que está al lado de la Casa Rosada, recordando no solamente hombres y mujeres que perdieron la vida en esa trágica jornada, sino fundamentalmente tal vez uno de los hitos, una de las claves de la historia contemporánea de los argentinos de los últimos 50 ó 60 años.

Ese día, aviones de la Marina bombardearon la Casa Rosada, esta Casa Rosada, donde un Gobierno constitucional, que presidía el general Perón, conducía los destinos de la República.

Sería fácil únicamente pensar que fueron militares los que bombardearon la plaza, de hecho lo fueron, obviamente, conducían los aviones, pero nunca en la historia reciente de nuestro país los golpes de Estado solamente han tenido protagonistas militares, eso no es cierto, es una reducción.

(Aplausos).

Es tal vez encontrar un fantástico chivo emisario, las Fuerzas Armadas Argentinas, que permítanme decirlo, más allá de las responsabilidades que les han cabido, siempre han sido utilizadas como mascarón de proa en la historia reciente, para interrumpir procesos democráticos.

Es algo que también debemos reconocer como verdad histórica, sin que ello implique eliminar responsabilidades, pero colocarlas sí en su contexto histórico, como un homenaje a la verdad.

Y yo creo que de allí en más, como antes también desde el 30, tal vez con golpes menos cruentos, se instaló en la Argentina la impotencia de aquellos sectores civiles que incapaces de organizar un proyecto político que fuera convalidado por el voto popular, utilizaban a las Fuerzas Armadas precisamente para interrumpir los procesos democráticos.

Creo que hoy el mejor homenaje que podemos hacer a esas vidas, y que lo podemos hacer también nosotros como argentinos, es que finalmente se pueda reconstruir en la Argentina un sistema político donde todos puedan sentirse representados y expresados. Porque la clave está en presentar las ideas de cada uno, los modelos de país de cada uno ante la ciudadanía, y cuando ésta elige y vota, si ese voto no nos ha sido favorable, a mejorar la propuesta y esperar el próximo turno electoral, esa es la clave.

(Aplausos)

Yo que toda la vida he militado en este partido, el Peronismo -a mí me gusta decirle Peronismo, a otros les gusta decirle Justicialismo-, que siempre he creído en la justicia social, en la distribución del ingreso, que nos tocó ganar y perder elecciones como partido, pero que siempre fuimos respetuosos de la voluntad popular, quiero convocar a todos los argentinos, a aquellos que tal vez no les guste este modelo que a partir del 25 de mayo del 2003 devolvió a los argentinos esperanza, trabajo, tal vez porque piensan que pueden hacerlo mejor o de otro modo, o tal vez porque piensan que es bueno que por ejemplo pueda haber pobres y ricos, y que tienen derecho a pensarlo y a sentirlo así, pero asumirse, cada uno en su espacio, con vocación participativa y democrática, a someterse a la ciudadanía. Y allí, con esa representación que da el voto popular, hacer homenaje a la democracia y a todas las víctimas que ha tenido este país.

Yo recién escuchaba a quien me precedió en el uso de la palabra, su padre tenía 29 años cuando murió, 4º año de derecho, Policía Federal.

Siempre fueron los jóvenes los que pusieron la sangre en nuestro país.

(Aplausos)

En el `55 fueron jóvenes; en el `76 fueron jóvenes; en Malvinas fueron jóvenes; y fueron jóvenes también en los días de diciembre del 2001 los que murieron.

Siempre son los jóvenes.

(Aplausos)

Yo les pido en nombre de esos jóvenes, que no solamente muchos mueren por una bala, sino por la miseria, o por la droga, como recién gritó una compañera del barrio,

(Aplausos)

porque no han tenido las oportunidades que tuvimos quienes vivimos y nacimos en un país distinto.

Ayer hizo 53 años, yo soy del 53.

Nací en un país donde había trabajo, donde la gente aprendió a comer todos los días y cuatro veces, donde muchos tuvieron vacaciones por primera vez, donde muchos conocieron el mar porque empezaron a hacer turismo popular Perón y Eva Perón.

(Aplausos)

Por todas esas cosas y en nombre de todos ellos les pido a todos los hombres y mujeres, pertenezcan a sectores sociales o políticos, que en nombre de esa democracia la respetemos todos los días un poco más.

Todos ustedes saben los días que corren.

Hubo un señor que alguna vez dijo "la historia siempre se repite, primero como tragedia y después como comedia".

Yo quiero en nombre de estas cosas anunciarles hoy que esta medida de las retenciones móviles que tanto revuelo ha causado a un sector que hace 90 días corta rutas, impide que otros argentinos transiten libremente con su trabajo; quiero darle a esa decisión que tomé con las facultades que me concede la Ley, más contenido democrático y más institucionalidad aún.

En el día de la fecha voy a enviar al Parlamento de la Nación (Aplausos) un proyecto de ley, porque si no les basta con esta Presidenta, que hace 6 meses obtuvo el 46 por ciento de los votos, y en uso de sus facultades, por la redistribución del ingreso y para que los alimentos de los argentinos puedan seguir teniendo un precio accesible, el pan, la carne, la leche

(Aplausos)

para nuestra gente, voy a enviarlo para que en Parlamento también sea tratada la medida, más allá de su vigencia, porque es una facultad que, de acuerdo al código aduanero, le corresponde al Poder Ejecutivo.

Pero yo digo que la democracia se defiende con más democracia y que las instituciones se defienden con más instituciones.

También pido igualdad en el tratamiento ante la justicia.

Porque usted, ex presidente Kirchner, tuvo un logro que fue fundamental en nuestra historia, logró cambiar una Corte Suprema de Justicia que era una vergüenza para los argentinos.

(Aplausos)

Pero también debo decirle que aún nos falta mucho para lograr una Justicia que sea igual para todos.

¿Por qué digo esto?

Me acordaba hace días de algún militante social que por pedir comida en un supermercado o cortar una calle, fue condenado y cumplió cárcel, dos años en Batán.

Con los jueces de la Constitución y las leyes de la Constitución.

También me acuerdo de vendedores ambulantes, o travestis en la puerta de la Legislatura porteña, un año presos.

Me gustaría también que la misma Justicia fuera cuando un estanciero corta la ruta (aplausos) o desabastece, o no deja pasar combustible.

Yo no quiero vivir en un país donde me digan qué puedo llevar y por dónde puedo pasar, yo quiero vivir en un país libre en serio, donde pueda transitar por todas las rutas, y que si alguien no me deja haya un juez de la Constitución, un fiscal de la República que me garantice el derecho que tengo como argentina a transitar libremente

(Aplausos)

Quiero también decirles que siempre hemos estado y estaremos dispuestos al diálogo.

Dialogaba el señor jefe de Gabinete y se dieron muchísimas medidas, pero el diálogo debe ser a partir de que definitivamente y para siempre no se corten más rutas ni se entorpezca la vida de los argentinos. (Aplausos)

Porque son quienes cortan rutas, impiden el tránsito, agreden funcionarios, por allí lo veo a Agustín Rossi, en su casa de Rosario, él solito, no tiene custodia, es un diputado de la Nación, con su familia, siendo agredido por quienes presiden la Sociedad Rural de Rosario.

Y yo digo, argentinos, que nos merecemos una democracia donde los que gobiernen sean los que han sido elegidos para estar aquí en la Casa Rosada o en el Parlamento, con las normas de la Constitución.

No quiero un país, una democracia corporativa donde se crea que se puede manejar desde la Sociedad Rural, con cacerolas, cortes de ruta y bocinas, así no se gobierna un país.

(Aplausos)

Quiero llamarlos a todos los argentinos, a muchos que he leído en letras de molde durante tanto tiempo preocupados por la imagen internacional de la Argentina, cuando los piquetes sociales; párrafos enteros, editoriales extensas, pedir por la imagen de los argentinos.

¿Cuál es hoy la imagen de los argentinos donde las resoluciones de un Poder Ejecutivo Nacional se pretenden derogar desde la Sociedad Rural con un bocinazo, con un cacerolazo o con un corte de ruta? (Aplausos)

Los invito a todos los argentinos, como hice una vez desde aquí, con toda humildad, no se me cayeron los anillos por pedir perdón, nunca se me van a caer; simplemente quiero decirles que piensen, no hay derecho a ir a la casa de alguien a insultarlo a él y a su familia por el solo hecho de que es diputado y cumple con su mandato popular, con los que lo votaron, que es el gran problema que hemos tenido durante muchos años en la Argentina, que esos mandatos populares no fueran respetados.

Entonces el respeto por la democracia, por la voluntad popular, por los poderes legalmente constituidos del Estado, por una democracia del pueblo y no de las corporaciones, por una democracia en donde todos y cada uno ejercitemos nuestro derecho a disentir pero dentro del marco de las instituciones, de la ley y de la Constitución.

Esa es la Argentina que tiene que ser ejemplo en el mundo.

Y a todos los que siempre bregaron desde los distintos medios por esto, una visión un poco más equilibrada y equidistante de todo, para poder tener un relato de los argentinos diferente, porque este proceso de modelo económico que ha logrado reposicionarnos a nosotros y a nuestra gente, necesita de todos, sin lugar a dudas, pero en ese todos cada uno tiene su lugar, el lugar que le dio su gente y su representación.

Por eso, con todo el respeto, con todo el afecto es que hoy vamos a dale más democracia a la democracia, más institución a las instituciones.

(Aplausos)

Quiero finalmente decir que en los 7 meses de gestión que llevo como presidenta de todos los argentinos no he firmado un solo decreto de necesidad y urgencia.

(Aplausos)

Esto lo digo porque a usted, ex Presidente y hoy presidente del Partido Justicialista, le dedicaron horas enteras, páginas enteras, micrófonos y cámaras contando todos los decretos de necesidad y urgencia que había firmado, comparándolos con los que habían firmado los otros y cuál había hecho más y cuál había hecho menos.

Me hablaban de calidad institucional.

Yo tengo compromiso con la calidad institucional y no significa que quien haya firmado un decreto de necesidad y urgencia esté fuera de la ley, porque como lo sostuve como senadora no los introdujo este gobierno sino la reforma de 1994 en nuestra Constitución Nacional.

Pero yo he querido, como una contribución muy fuerte, como un compromiso muy fuerte a esa calidad institucional, no hacer uso de esa facultad que me confiere la Constitución.

No he visto una sola línea, porque en realidad, vamos, no les molestan las formas ni les importa la calidad institucional, me parece que a algunos lo que les molesta en el fondo son las políticas públicas populares.

(Aplausos)

No hay una sola letra de molde que señale esta condición.

Sí hablar horas acerca de otras cosas, pero creo que lo importante es este compromiso que yo he asumido en serio de mejorar la calidad institucional de los argentinos.

Y les pido que en nombre de esa calidad institucional las instituciones de la República legítimamente elegidas por el voto popular en el Parlamento y en el Poder Ejecutivo sigan siendo las que deciden políticas, y aquellos ciudadanos que están en desacuerdo con esas políticas porque creen afectados sus intereses, pueden recurrir a la Justicia, pero si además quieren cambiar el modelo económico de país lo que deben hacer es organizar un partido político, presentarse a elecciones y ganarlas.

(Aplausos)

Quiero decirles finalmente que he sido una militante política toda mi vida y la verdad que cuando comenzó la democracia, allá por 1983, con una nueva valorización que también hicimos nosotros, desde la juventud, que tal vez teníamos una visión de la democracia allá por los años 70 lábil, desdeñosa casi, tal vez porque corrían tiempos en el mundo y en el país de cambios y revoluciones, pero la historia nos enseñó a valorar a la democracia.

¿Saben por qué? Por todas las cosas que nos pasaron, por todo lo que perdimos y todas las vidas que se perdieron de argentinos que ya no están.

Este aprendizaje de puesta en escena en el centro de la democracia nos significó, por lo menos en lo personal, un aprendizaje fuerte.

Primero comenzamos a competir en internas en nuestro propio partido y empezamos perdiendo, dos veces antes de ganar.

Será que tal vez para aprender a ganar primero hay que saber perder. (Aplausos)

Y me parece que tal vez esta suerte de pequeña historia personal de quien es hoy Primera Mandataria de los argentinos, ayude a que todos podamos reflexionar un poco sobre este país que queremos.

Quiero también, en nombre de esa militancia, porque no puedo olvidarlos, invitarlos mañana a esta Plaza de Mayo, que ya no es de los peronistas, hace mucho tiempo que dejó de ser de los peronistas, es de los argentinos.

Esas mujeres de pañuelo blanco la convirtieron en la plaza de todos los argentinos.

(Aplausos)

Quiero invitarlos a compartir a todos, no importa de qué partido, no importa de qué lugar, no importa de qué sector, lo importante no es de dónde se viene sino adónde se va, cuál es el país que queremos.

Y aún cuando mañana tengamos opciones electorales diferentes, lo importante es tener en común ese hilo conductor de respeto a la democracia y a la voluntad popular, y por eso y en nombre de eso quiero agradecerles a ustedes, a la Comisión de Víctimas de los bombardeos del 16 de junio y a todos los argentinos y argentinas que hayan tenido un dolor inferido por la intolerancia de otro argentino.

En nombre de todos y por todos ellos, perdón para todos los argentinos que han sufrido gestos de intolerancia.

Muchas gracias y muy buenas tardes a todos.


Martes, 17 de Junio de 2008

jueves, 12 de junio de 2008

Archivo Nro 7: Para la discusión entre los peronistas

KIRCHNER, EL PARTIDO JUSTICIALISTA Y EL PERONISMO.

Por Merched Antonio Mitre

Para un argentino no hay nada mejor que otro argentino

Ese fue el apotegma con el que peronismo convoco hace mas de treinta años la voluntad de millones de argentinos mas allá de banderías partidarias, a la unidad nacional para un proyecto de emancipación y reconstrucción de la Nación, para alcanzar nuestro destino de Argentina Potencia, de frente a las asechanzas y desafíos que nos planteaba el año 2000, de encontrarnos unidos o dominados.

Desde ese momento histórico las banderas de justicia social, independencia económica, y soberanía política del peronismo pasaron a ser propiedad de todos los argentinos.

Los millones de compañeros peronistas que participamos con aciertos y errores pero sin especulaciones, de las luchas de esa epopeya nacional emancipadora, que fuimos derrotados sangrientamente por fuerzas armadas coloniales y minorías nativas reaccionarias al servicio del imperio, que ha pesar de todas las adversidades vividas no se ha quebrado nuestra voluntad, que no hemos vendido nuestra conciencia y las convicciones en aquellos principios, tenemos el derecho de preguntarnos y de exigir que nos expliquen, que tiene que ver el partido justicialista, el “ PJ” de hoy ( y de los últimos 20 años), con el peronismo.

Sin temores, ni eufemismo digo lo que muchos piensan y no se animan a decir: el PJ que preside Néstor Carlos Kischner, no explica, ni representa en filosofía, ideología y doctrina al peronismo; y esto viene siendo así desde épocas del menenismo.

El PJ, hoy es un artefacto político decadente, en vía de extinción, que ha sido vaciado de su ideología y de su proyecto nacional liberador, por una “dirigencia claudicante y acomodaticia” que en nombre del “pragmatismo” ha reemplazado aquélla por la ideología del capitalismo global : el liberalismo, al tiempo que ha desdibujado la histórica determinación del peronismo de autonomía e identidad nacional, principios y constantes indispensables para conformar un Modelo de país en el que cada argentino que ama a su patria se reconozca.

Hoy han transformado a un partido de mayorías nacionales , herramienta electoral del movimiento nacional y popular mas grande de la historia, en un partido de minorías, faccioso, sectario, provocador que hace de la confrontación una herramienta para dividir y fragmentar aun más a la sociedad, cuando el peronismo siempre hizo de la convocatoria a la coincidencia política, al acuerdo social y la concertación sin especulaciones las herramientas esenciales para poder trazar una política nacional al servicio de los intereses de la Nación y su pueblo.

El relanzamiento de un PJ kichsnerista, sin un debate de ideas clausurado desde los noventa, sin un pensamiento estratégico, es un recurso tardío que pretende tener bajo control a los peronistas y colocarlos en un apoyo sin criticas a las políticas de un gobierno que pierde imagen y poder de manera vertiginosa.

Es la pretensión de legitimarse en el peronismo.

Suponen que por una disciplina partidaria fundada en una lealtad nostálgica a una historia, a una simbología o a la invocación de “eslóganes huecos” los peronistas vamos a convalidar las decisiones lesivas al los intereses populares, que esta “elite gobernante” toma de espaldas de las mayorías.

No se equivoquen muchachos, la lealtad peronista no es “seguidismo” a individuos o intereses oscuros y mezquinos, es un compromiso profundo e insobornable con sistema de valores, principios e ideas que componen el cuerpo doctrinario de la Nación, que nos permite distinguir donde está el interés nacional y quien lo defiende.

Por supuesto que no lo hicieron los “muchachos menenistas”, ni lo hacen los “muchachos kichsneristas”.

Constantemente esta dirigencia política apela a la legalidad que les otorga el triunfo electoral para justificar que pueden hacer lo que quieren (aun en contra de lo que prometieron) e imponer sus decisiones al pueblo aunque lesionen su interés.

Confunden la legalidad circunstancial que les otorga una democracia procedimental, con la verdadera legitimidad política que viene de la totalidad del pueblo, que va madurando día a día una mayor capacidad de intervención política que va mas allá de la sola participación en las urnas.

El pueblo ya no se conforma con ser un mero convalidante de las decisiones de los gobiernos de turno, sino que hoy aspira a participar en forma activa a través de sus organizaciones en la elaboración de las decisiones que toma el estado.

Esta es la diferencia angular entre la concepción política del peronismo y el liberalismo de “nuestra dirigencia”, sobre el pueblo y la soberanía popular.

Desde el consejo directivo del PJ (no podemos llamarlo conducción), una “dirigencia” desgastada, con un doble discurso que exaspera genera una gran confusión histórica e ideológica que busca dividir a la sociedad en bandos y enfrentarlos entre si, mientras oculta la cadena de intereses de los grupos concentrados y las minorías del privilegio. Ç

A los peronistas nos convocan apoyar el proyecto kirchnerista (el que nunca fue explicitado) y a defender el modelo del gobierno, un modelo de acumulación, inclusión y redistribución de la riqueza”.

En todo esto hay una enorme dosis, por partes iguales, de ignorancia e hipocresía.

Uno se pregunta quien, y para que acumula.

Sin necesidad de ser muy perspicaz , todos sabemos que los están haciendo la gran diferencia ( y la vienen haciendo desde la época menenista), son las grandes transnacionales de los agronegocios( exportación de granos, venta de semillas, agrofertilizantes, agroquímicos, aceites, biocombustibles): Cargill, Dreyfus, Bunge y Borns, Adm, Monsanto, Bayer, Basf , Down, Syngenta, financistas internacionales, como George Soros ( dueño del banco Hipotecario, de empresas lácteas, y del mayor “pool” de siembra), algunos “nacionales” como el senador “oficialista” de la nación Roberto Urquia ( dueño de AGD, además de una aduana seca, concesionario de un ferrocarril y de un puerto), Gustavo Grobocopatel ( dueño del segundo “pool” de siembra, dueño de esta “tecnología”, que la replica en países como Venezuela de mano del gobierno), Sancor, Serenisima, junto a las transnacionales beneficiarias de las escandalosas privatizaciones del menenato”, como Telecom, Telefónica, Repsol YPF, Aerolíneas, las empresas extranjeras concesionarias del petróleo, gas, minerales, aeropuertos (Eurnekian) ferrocarriles, de servicios( como los peajes), los grandes multimedios como Clarín.

Estos son los aliados y amigos de este gobierno. ¿Será porque son la nueva “burguesía nacional”?.

Como consecuencia directa de esto, el otro actor que viene “acumulando” sin prisa pero sin pausa, es la “clase dirigente justicialista”, que se ha enriquecido de manera obscena, que no tienen forma de justificar los patrimonios personales que exhiben.

Esta “dirigencia” traicionando sus convicciones (si es que las tuvieron) y al pueblo, han actuado con la representación política que este les ha dado, facilitando los negocios de aquellos genuinos representantes del capitalismo global y sus socios locales y se ha constituido en la nueva “oligarquía” argentina.

Esta es la dirigencia que fue funcional a Menem, le aprobó (dirán que por “disciplina partidaria”) las leyes mas aberrantes, que entregaron el patrimonio de la Nación configurando un nuevo estatuto del coloniaje.

Como se han transformado en un elenco estable de la política, hoy son el nuevo gobierno “progresista” de la Argentina e integran (con alguna excepción) el consejo directivo del nuevo PJ.

Con el “doble discurso” que los caracteriza, denostan constantemente al neoliberalismo de la década del noventa, se constituyen en el cuerpo acusador de ese modelo y sus males.

Sin embargo, pregunto, ¿porque no derogan la estructura jurídica, el cuerpo de leyes que dejo Menem, Dromi, Cavallo y compañía; porque no revisan las escandalosas privatizaciones; porque no revisan la oprobiosa deuda externa?

Porque el menenismo tiene un correlato hoy, y es el “progresismo de pizzería” que nos gobierna.

Porque la matriz del modelo colonial no ha cambiado; lo que ha cambiado es la “gerencia” del modelo, ayer el menenismo, hoy el progresismo.

Son los responsables que el extraordinario crecimiento económico producto de la devaluación del 2002 no haya seguido otra lógica que los intereses de las inversiones del capitalismo global, y no la lógica del interés nacional.

Esto ha generado el crecimiento de una sociedad desigual, no inclusiva, generadora de ruptura, violencia, discriminación.

El producto es una sociedad fragmentada, que no genera lazos solidarios

Este modelo, con una dinámica propia que se hace incontrolable, va produciendo una escandalosa concentración de la riqueza.

Hoy el 30% de la población se apodera del 65% de la renta nacional y el 10% más rico se gana 30 veces más que el 10% más pobre.

Pensar que la “acumulación” producida por este modelo, se va ha derramar de forma “virtuosa” en el pueblo, es una perversión.

Pensar con este modelo en la inclusión social es otro disparate.

La pobreza crece de manera inocultable; y no me refiero a la pobreza extrema que es obvia, que llama la atención, sino también a la de aquellos que tienen un trabajo y que con gran esfuerzo apenas pueden orillar la marginalidad sin caer en ella.

Hoy tener trabajo no es un salvoconducto para no caer en la pobreza.

Estos son claros indicadores de una inequitativa distribución de la riqueza, que solo se puede corregir si la pobreza se piensa en términos de desarrollo humano, deja de medirse por una línea fijada por un nivel de ingreso arbitrario medido estadísticamente y empieza a verse y a medirse también en términos de calidad de vida, de acceso a la cultura, a la educación, a la salud, al trabajo digno, a la vivienda digna, al esparcimiento, porque todos estos son derechos.

Nos vamos a dar cuenta entonces que los pobres somos muchos más.

Eva Perón decía que donde hay una necesidad hay un derecho conculcado.

¡Vaya!

Quiere decir que en la Argentina de hoy hay fácil varias decenas de millones de derechos conculcados.

Yo pienso de este modo porque soy peronista, no solo pienso también siento como tal.

Todo esto debe enfocarse como un problema de justicia social, bandera política que justifica históricamente el nombre de justicialismo.

Yo les preguntaría a los muchachos de la cúpula de PJ ¿Como piensan resolver esta situación de injusticia, de flagrante desigualdad producida por una inequitativa distribución de la riqueza?

¿Como piensan mejorar esa distribución tan anunciada?

¿Con una orgía de subsidios de todo tipo, que disparan el espiral de la corrupción hacia la estratosfera (subsidios a los alimentos, al transporte, a los combustibles, que finalmente engordan el bolsillo de empresas y empresarios amigos del poder mientras los precios suben)?

¿Con la paradoja de subsidiar el consumo de productos básicos de la canasta familiar y a su vez grabarlo con el impuesto mas regresivo, el IVA?

Con cientos de programas sociales (muchos de los cuales se financian con prestamos internacionales), que nutren cajas políticas, incrementan el patrimonio de algunos funcionarios y mejoran el nivel de vida de punteros políticos y “piqueteros oficiales”?.

¿Transformando al Estado en un gigantesco estado “asistencialista” que trata de corregir los efectos perversos de un modelo injusto que profundiza día a día nuestra dependencia del globalismo, acrecentando la desigualdad y la injusticia?

¿Acaso pretenden con el asistencialismo consolidar la pobreza, transformando a los pobres (víctimas sociales del modelo) en rehenes de un sistema político clientelar?

Los peronistas, en cambio, pensamos en un Estado de justicia, un Estado que administre la justicia social, nivelando las oprobiosas asimetrías entre los sectores sociales brindando a todos los argentinos una base de igualdad de oportunidades promoviendo la creación de trabajo decente pero con salarios dignos y justo.

Un Estado que proteja a los más débiles, a través de la ayuda social (herramienta de la solidaridad) que promueva la movilidad social ascendente.

Queremos superar las desigualdades igualando hacia arriba, no hacia abajo, proletarizando la sociedad.

Redistribuir la riqueza, significa, elevar significativamente el ingreso de los trabajadores.

Porque el salario para que sea digno, debe alcanzar para satisfacer las demandas esenciales del ser humano, que no solo es comer, es también acceder a bienes culturales, al conocimiento, a la vivienda propia, a la educación, a la salud, al esparcimiento, única forma de alcanzar niveles adecuados de desarrollo humano, sino la inclusión social es un verso.

La distribución de la riqueza en Argentina, no se hace con un salario medio para la canasta familiar de u$s 800 devaluados ($2.400), ajustado por pauta inflacionaria.

La distribución de la riqueza no se logra declamando a diario un discurso progresista; se consigue con una decisión política del gobierno, que garantice al trabajo igual participación en la renta nacional que el capital, como fue en los verdaderos gobiernos peronistas, en 1952 el 53% para el trabajo, en 1975 el 48% para el trabajo.

Por eso siempre hubo un golpe militar que nos sacó del poder ¿no? ¿

¿Cuánto es hoy la participación del trabajo en este proceso de concentración económica?.

Me van a responder que esto hoy no es posible, que no están dadas las circunstancias, que hay que resignarse.

Pasa que para realizar la justicia social en serio hay que tener independencia económica (y bolas) para que el Estado Nacional se apodere de la enorme renta que genera la venta de los “commoditis” de nuestros recursos naturales y alimentos (petróleo y derivados, minerales, granos, carnes) en esta situación “internacional favorable” como dicen, que hoy la disponen las grandes empresas extranjeras que giran hacia fuera sus utilidades sin ningún control.

Renta que el Estado pueda volcarla hacia adentro del país con un sentido de justicia, invirtiendo en promover el desarrollo humano de nuestro pueblo, el desarrollo de tecnologías propias para agregar valor a nuestra producción, el desarrollo y expansión del conocimiento clave en esta nueva etapa del mundo, única manera derrotar a la pobreza.

¿Habrá llegado el momento de recrear la Junta Nacional de Granos y la Junta Nacional de Carnes, que destruyo el menenismo, para que los argentinos volvamos a manejar el comercio exterior de granos y carnes y disponer de sus beneficios.

¿Argentina tiene hoy independencia económica?

¿Puede tenerla cuando mas allá del clásico doble discurso, nos enteramos que la deuda externa , se acuerdan , ha vuelto a superar los u$s 170.000 millones, nivel que tenia cuando dijeron que la habían arreglado?

El país debe pagar este año compromisos solo por intereses de la deuda de u$s 6.100 millones que se succionan de las venas del país productivo, postergando y condenando a pueblos, provincias y regiones; el FMI sigue monitoreando nuestra economía y es la referencia obligada a las que nos remiten los piases desarrollados ( club de Paris) previo a cualquier arreglo, a pesar de las criticas y el cacareado desendeudamiento; seguimos contrayendo deuda con los organismos mundialistas de crédito…

¿ Podemos ser independientes cuando nuestro crecimiento económico es determinado por el capital extranjero en función de sus inversiones en áreas de su interés, sin condiciones y sin control de sus utilidades. ( estado ausente) o cuando países desarrollados “amigos” nos imponen sus empresas para realizar emprendimientos no prioritarios, no decididos ni planificados por nosotros, de dudosa utilidad ( tren de alta velocidad, subterráneos.).

No existe independencia económica cuando el perfil productivo de país agro pastoril, exportador de granos, carne y subderivados, sin industrias de punta, nos es impuesto desde afuera desde 1955.

Sin desconocer la importancia enorme del campo, es difícil hacer un país sustentable, solo sobre un modelo agropecuario de cara a los desafíos del mundo futuro.

Mas aun con un modelo de soja transgenica que acentúa nuestra dependencia, porque concentra la producción con una explotación industrial a escala del campo, que expulsa chacareros, que destruye el arraigo a la tierra, que destruye la producción diversificada, que nos hace dependientes de las patentes de semillas genéticas y de agro tóxicos, que destruye y contamina nuestro ecosistema y que concentra la exportación en pocas manos.

Ocurre que para tener independencia económica, primero hay que ser soberanos, poseer soberanía política.

Algo que la dirigencia “pejotista” ha olvidado, desde el momento que se transformaron en gerentes del globalismo y no respetan y desconocen la soberanía del pueblo y su participación organizada, único reaseguro de poder nacional frente al avance arrollador de aquel.

Esta es la dirigencia que en un “acto de supremo” de pragmatismo en los noventa compro a libro cerrado la teoría del “pensamiento único” y “el fin de las ideologías”.

Por eso archivaron y enterraron el pensamiento político peronista porque sostiene con fuerza la autodeterminación de los pueblos y el antiimperialismo y procedieron a demoler y saquear el Estado Nacional, último vallado de la soberanía política del país.

Había que destruir el peronismo, desnaturalizándolo con el pretexto que había sido superado por la evolución de los tiempos, porque siendo el nacionalismo popular más evolucionado políticamente del continente, era y es una referencia insoslayable para los pueblos iberoamericanos en un proceso de emancipación e integración continental.

Esta dirigencia pejotista cumplió muy bien esta misión y cobró por ello. Hoy los vientos del “travestismo político” los ha llevado a los puertos del “progresismo y los derechos humanos”, que es el nuevo ropaje político (bien socialdemócrata) con el que se convalidan los emprendimientos del globalismo.

Pero ya no pueden proclamar, ni sostener en acciones el principio de soberanía política, ni aun en discursos mentirosos, porque al ser un valor popular muy fuerte inherente a la libertad y autodeterminación de los pueblos, es peligroso agitarlo y es contradictorio con su condición de agentes de la ideología global.

Un gobierno “nacional y popular” encima “progresista”, si es realmente soberano, no puede aprobar a libro cerrado en el congreso la ley antiterrorista que les remite George Busch y asumir en la ONU posiciones que son funcionales a la política agresiva de “guerra preventiva” de EEUU; ejercer una defensa pálida, poco convincente frente a los ilegítimos reclamos del imperio ingles sobre enormes extensiones de mar (mas allá de la zona de exclusión) islas del sur y Antártida y frente al estatuto de territorio europeo de ultramar que pretenden darle a las islas Malvinas, la Unión Europea e Inglaterra; permitir que empresas extranjeras que tienen permisos de explotación de recursos naturales en Malvinas y mar aledaño, otorgados por los ingleses sean las mismas que tienen explotaciones en territorio continental argentino.

No puede permitir la escandalosa extranjerización de tierras, (mas de 25 millones de hectáreas) sin una ley que lo impida o al menos que la limite.

No puede carecer de una POLÍTICA decidida de afirmación de nuestros derechos soberanos en el sur argentino, frontera “caliente” con Inglaterra, con una fuerte voluntad nacional movilizada.

Un gobierno que tardíamente se asume como peronista y su partido (PJ), no pueden no tener opinión (el que calla otorga) sobre el creciente despliegue militar norteamericano en el continente suramericano: instalación de bases militares en Colombia, Ecuador, Perú, Paraguay; la continua presión sobre la Triple Frontera; la campaña de desestabilización permanente de la Republica de Venezuela, la campaña de desestabilización y “balcanización” de la Republica de Bolivia.

Esta escalada político militar es conducida en forma centralizada por el Comando Sur de las Fuerzas Armadas Norteamericanas, que busca disimular con programas de ayuda humanitaria el desembarco y emplazamiento de los “marines”, y se apoya en la IV Flota Norteamericana del Caribe y el Atlántico Sur reinstalada recientemente con el pretexto de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico.

¿Guardan silencio porque temen enojar a la embajada americana en Bs. As. la “meca” de los políticos argentinos?

¿O porque son funcionales a esa política? .

Mientras el ubicuo y oportunista gobernador del Chaco y vicepresidente del PJ y dueño de un “pool” de siembra (según el diario Critica), ya ha firmado un acuerdo con el Comando Sur, para llevar un programa de ayuda humanitaria para los pobres y aborígenes de su provincia.

Cito estos datos que son objetivos y comprobables, para explicar porque el gobierno no tiene una política exterior objetibable, definida y soberana.

Su política exterior es tibia, oportunista, ambigua, especulativa, hipócrita, gestual.

La relación con Venezuela tiene que ver mas con la “billetera” de Chávez que con su política continental, con colocar amigos en la cadena de negocios energéticos, y arrimar empresarios cercanos al poder para que hagan negocios como Grobocopatel con la soja de la misma manera que con Techint (Roca) en Ecuador.

Y con Brasil no mucho más que sacar algunas ventajas de su gran mercado, sin realizar aportes importantes a la integración, sin articular al menos una asociación mas profunda con esta potencia emergente que nos arrastre en su expansión.

Son objetivos menores y mezquinos para una verdadera política exterior.

Esto es así porque este gobierno no tiene un pensamiento estratégico, por ignorancia u omisión deliberada, que ubique a la Argentina en esta nueva reconfiguracion del mundo de hoy en nuevos bloques políticos y económicos y le marque con claridad un rumbo y un objetivo geopolítico que la inserte con una presencia fuerte, decidida, con identidad y protagonismo en el cono sur, que tenga relación con la rica historia del peronismo en este sentido.

El objetivo geopolítico de Argentina para realizar su destino debe ser integrar en un espacio histórico común junto a otros pueblos hermanos de la misma raíz iberoamericana, no un mercado comercial, sino una unidad política, económica, cultural y militar, con un sistema energético y de defensa común, sin EEUU.

La Unión Suramericana que ya esta en marcha Para esto es necesario consolidar, fortalecer prioritariamente el eje geopolítico, Brasil, Argentina y Venezuela.

Esta debería ser una política de Estado prioritaria para el gobierno, explicitada y concertada con todos los sectores de la sociedad sin dilaciones, transmitida con meridiana claridad al pueblo para que se movilice la voluntad nacional detrás de este objetivo, que es el objetivo estratégico prioritario de la Argentina, de cuyo logro depende en el futuro nuestra existencia como país sustentable y soberano.

El gobierno y el PJ poco o nada comunican de esto.

Yo digo que quien transforma este objetivo en subalterno y secundario, quien lo desnaturaliza convirtiéndolo en un discurso vacío, quien no lo convierta en una política activa participando y esclareciendo al pueblo para movilizar su conciencia y voluntad, quien lo desdibuja y lo relativiza con actitudes tibias y ambiguas, quien lo oculta, quien desinforma, quien no lo encarna públicamente con decisión, es aquel que ha asumido la geopolítica del enemigo, EEUU.

Solamente una Argentina unida, con armonía social, con vigor institucional, político y económico puede avanzar en un proceso de integración continental.

Un país con una sociedad dividida, confundida, distraída en temas menores, debilitada en sus valores nacionales esenciales o enfrentada como hoy por un conflicto sectorial que ha tomado una dimensión injustificada e incomprensible, no puede hacer ninguna contribución seria al proceso de integración en marcha.

Todo lo dicho me afirma en la idea que el país es viable, sustentable solo si se funda en principios de justicia social, independencia económica y soberanía política.

Principios que no se deben declamar, sino que se tienen que realizar en una acción mancomunada del gobierno, estado y el pueblo organizado.

De no ser así estamos simulando la Nación.

Estas reflexiones las hago desde la amargura, la bronca, la rebeldía de ver como una banda de irresponsables improvisados, oportunistas, incapaces, ignorantes o con un designio oculto y nefasto, rifan este país haciendo un culto de la mentira y una institución del doble discurso.

Por eso le digo a Néstor Carlos Kirchner y al consejo del PJ que preside (coro de alcahuetes y genuflexos) que no expliquen sus conductas, ni justifiquen su apoyo a las decisiones y actos del gobierno desde el peronismo, sino que tengan las pelotas de hacerlo asumiendo públicamente la convicción “liberal” que tienen, socialdemócrata de unos, neodesarrollista de otros, mercantilista y mercenaria de algunos.

No lo hagan en nombre de Perón, de Evita, de los peronistas y de una historia rica en luchas y generosa en sangre que merece respeto.

No lo hagan en nombre de nosotros porque es una perversión y una canallada.

A los que están en el seguidismo del “proyecto kirchnerista” por interés, oportunismo o de buena fe engañados por la “liturgia peronista” que enarbola, les digo que después nadie podrá alegar en su defensa su propia estupidez o ignorancia.

A los millones de peronistas les digo que una Argentina justa, libre y soberana todavía es posible y merece el esfuerzo.

A los compañeros veteranos que abrazamos, sin especulaciones la lucha por la causa nacional desde jóvenes, les pido que redoblemos hoy nuestro esfuerzo y convoquemos a la voluntad y la conciencia de todos los argentinos por encima de banderías mezquinas; hagámoslo por la memoria de muchos compañeros que hoy no están y por el futuro de nuestros hijos.

A los compañeros jóvenes les digo que para tener una Argentina grande y un pueblo feliz deberán involucrase cada día mas con actitud militante, en la lucha política, entendiendo la política no como una “carrera de negocios”, sino como la mas alta expresión de la ética humana, que exige el sacrificio por el otro y un compromiso moral fuerte con la gente.

El maravilloso pueblo argentino del que somos parte, que desde 1976 ha sido perseguido, reprimido, engañado, utilizado, que se fue retirando, hoy comienza a volver con una conciencia nacional creciente y una decidida voluntad de intervenir en política más allá de la participación en las urnas , para exigir cuentas por tanta mentira, hipocresía, entrega, y por tanto sufrimiento; es la hora del pueblo que retorna para hacer tronar el escarmiento.

Perón, el único estadista que tuvo Argentina, nos dejo la herencia mas valiosa, un pensamiento político que nos ha hecho hombres libres de mente y espíritu, y que aun hoy esta vigente.

Aprovechémoslo.


Córdoba, Junio de 2008.-